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Una Barcelona que parece sacada de un cuadro de El Bosco.

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Javier Cabrera Cano, autor canario, presenta al público lector un thriller ambientado en Barcelona, que nos insufla en el pecho una inquietud de la cual resulta harto difícil desembarazarse; su título: La esperanza de volver a verte.

Escenas duras, algunas rayanas en lo gore, abismos de la psique y tramas criminales pululan por esta obra que pone un nudo en el estómago y gustará sobremanera a los simpatizantes del género. El mal siempre ha constituido un problema filosófico de primer orden para el hombre pensante, que se ha devanado los sesos por comprender qué justifica su existencia y cuáles pudieran ser sus orígenes; el bien, en cambio, tiene un aspecto neutro y pocos se meten a urdir tesis sobre este asunto; digamos que el bien es un destello de luz que no plantea incógnitas y por lo tanto no da para llenar páginas, pero, el mal, es un pozo sin fondo donde por muy lejos que bajemos siempre se puede llegar más y más hondo, algo que nos confronta con nuestra naturaleza, algo que, a veces, con escándalo, descubrimos que ha tomado posesión de nosotros, que nos creíamos inmunes.

Y qué hay más malvado que el secuestro, abuso y asesinato de menores. Porque el libro va de esto, de una organización que se dedica a estas lindezas captando a sus clientes en la Deep Web; pero eso no es todo; rizando el rizo de la perversidad, solicitan de los padres de los menores secuestrados ciertos servicios a cambio de la esperanza de que sus hijos retornen, servicios fuera de la ley, en los que se va subiendo progresivamente la apuesta, pero, ¿a qué no estaría dispuesto un padre para recuperar a su hijo? Tal vez haría cosas inconcebibles en otras circunstancias, cosas que él mismo no creería posibles; es habitando los límites cuando realmente conocemos de lo que somos y no somos capaces, y percibimos el auténtico peso de las cosas; y a veces la bestia dentro de nosotros despierta. El hombre solo se conoce cuando hay mucho en juego y la elección es imperativa.

Una trama de extorsión y violencia ciñe la novela de Javier como el anillo a Saturno, cada vez más apretada, cada vez el ambiente más turbio y pegajoso, hasta volverse irrespirable. Y de fondo, la magnífica arquitectura de Gaudí, que tiene aquí un valor simbólico.

Más de 400 páginas tiene La esperanza de volver a verte, que pasan en un abrir y cerrar de ojos, con una prosa suelta que sin embargo capta al detalle los matices psicológicos, punto de importancia extrema cuando se quiere hacer la cartografía de los lugares de la pesadilla y el dolor. Mi más sentida enhorabuena para Javier y, a los lectores, hipotéticos, futuribles, decirles que no tengan reparo a la hora de escoger este thriller que les sacará por los pelos de los quehaceres cotidianos, situándoles en el lugar donde el mundo se vuelve un ámbito de posibilidades infinitas por virtud de la literatura; de la buena, se entiende, que es la que nos interesa.

 
 
 

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